HERMANDAD DE ANTIGUOS LEGIONARIOS DE CADIZ

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Preciosa Elegía del Cte. Terry

Hoy he estado presente en el funeral por el Caballero Legionario Alejandro Jiménez Cruz en la Brigada de La Legión. Por desgracia no ha sido el primer funeral militar al que he asistido, pero éste ha sido distinto.


 

 

 

La Legión, familia de Novios de la Muerte, es algo tan sentimental que acentúa la emotividad de cualquier evento como nadie consigue hacerlo y más aún, si cabe, cuando se trata de despedir a un Caballero Legionario que ha ido a reunirse con su amada.
Esta mañana he visto a rudos legionarios que se han batido a tiros en Bosnia, en Afganistán o en Irak llorar. Ni el más marcial de los pechos descubiertos bajo la gloriosa camisa verde puede disimular tanto sentimiento. Yo también he llorado porque nadie como la familia legionaria sabe despedir a un hermano con tanta emotividad, y eso es difícil de disimular.

Varios momentos se me han hecho duros. La entrada a hombros de sus compañeros de pelotón del féretro cubierto con la Bandera que Alejandro besó hace menos de un año. La imagen de la familia llorando a su ser querido. El majestuoso silencio de más de dos mil legionarios formando por última vez junto al Caballero Legionario Jiménez Cruz, roto sólo por el cantar de algunos pájaros que, sin duda, esperaban a que su alma estuviera dispuesta para acompañarla hasta lo más alto. La entrega de la Bandera, su chapiri y su medalla a su padre...

Siempre he dicho que El Novio de la Muerte es la más emotiva canción militar que existe y no hay vez que la cante que no sienta un nudo en la garganta. Pero hoy ha sido especial. Hoy no he podido pronunciar algunas estrofas. La entereza de unos padres que, incluso rotos por el dolor tras la pérdida de su joven hijo, entonaban esta majestuosa canción como podían, me ha superado. Me entrecortaba en algunas estrofas porque las lágrimas y el nudo de la garganta me lo impedían, a la vez que oía cómo algunos compañeros que estaban a mis lados se atrancaban en otras. Qué ejemplo de entereza y de amor han dado los padres de Alejandro esta mañana.
 


La Legión es una unidad nacida para el combate con ciega y feroz acometividad y el legionario no teme a la muerte porque el morir no es tan horrible como vivir siendo un cobarde. La Legión pide combatir sin contar los días, ni los meses, ni los años y el legionario siempre demostrará que es el más valiente. La Legión jamás abandonará a un hombre en el campo de batalla hasta perecer todos y el legionario cumplirá siempre con su deber y obedecerá hasta morir. Pero, además de todo ello, lo más grande que tiene el legionario es el corazón que le impulsa a comprometerse en juramento entre cada dos hombres. Y eso es lo que se vive en La Legión cuando se despide a un hermano fallecido: el espiritual juramento de amistad.

Ha sido un día triste porque, aunque seamos Novios de la Muerte, amamos la vida y es una pena que un chaval de sólo veintidós años haya terminado tan pronto sus servicios de armas terrenales para empezar a prestar Guardia de Honor junto a nuestro Cristo de la Buena Muerte.
Alejandro: qué grandes sois los que con vuestro sacrificio conseguís aumentar nuestra fe, nuestros valores y nuestra espiritualidad.
Siempre a tus órdenes Caballero Legionario Alejandro Jiménez Cruz.

Cte Terry.